En mi cumpleaños hubo tanto amor, tantísimo amoooooooooooooooooorrrrrrrrrr!
Tú, mis amigas y yo hicimos danzar el mundo con nuestra alegría.
viernes, 19 de abril de 2013
viernes, 5 de abril de 2013
Diego:
Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro-verde de tus ojos.
Mi cuerpo se llena de ti por días y días.
Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la tierra.
El hueco de tus axilas es mi refugio.
Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar
todos los caminos de mis nervios que son los tuyos
Mi Diego:
Espejo de la noche.
Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos.
Todo tú en el espacio lleno de sonidos - En la sombra y en la luz. Tú te llamarás
Auxocromo el que capta el color. Yo Cromoforo - La que da el color.
Tú eres todas las combinaciones de números. La vida.
Mi deseo es entender la línea la forma el movimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra
recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas que
son mi luz.
Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro-verde de tus ojos.
Mi cuerpo se llena de ti por días y días.
Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la tierra.
El hueco de tus axilas es mi refugio.
Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar
todos los caminos de mis nervios que son los tuyos
Mi Diego:
Espejo de la noche.
Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos.
Todo tú en el espacio lleno de sonidos - En la sombra y en la luz. Tú te llamarás
Auxocromo el que capta el color. Yo Cromoforo - La que da el color.
Tú eres todas las combinaciones de números. La vida.
Mi deseo es entender la línea la forma el movimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra
recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas que
son mi luz.
Carta de Frida Kalho a Diego Rivera
Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu
nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros,
se oye. Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba. Se respira en las
hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua. Clara: corazón, rosa,
amor... Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña. Es una cosa que nos
mira y se va, como se va la sangre de una herida; como se va la muerte de la
vida. Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida. Yo pondría
mi corazón entre tus manos sin que él se rebelara. No tendría ni así de miedo,
porque sabría quién lo tomaba. Y un corazón que sabe y que presiente cuál es la
mano amiga, manejada por otro corazón, no teme nada. ¿Y qué mejor amparo
tendría él, que esas tus manos, Clara? He aprendido a decir tu nombre mientras
duermo. Lo he aprendido a decir entre la noche iluminada. Lo han aprendido ya
el árbol y la tarde... y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo ha
puesto en las espigas de los trigales. Y lo murmura el río... Clara: Hoy he
sembrado un hueso de durazno en tu nombre.
Carta de Juan Rulfo a Clara Aparicio
Creo que es un error tuyo negarte a tener un contacto más
íntimo, Mary. Un hombre en su pasión se guía por tres cosas: la lógica, el
corazón y el sexo. Cada una de estas cosas lo gobiernan durante un determinado
período; la lógica y el corazón me gobernaron durante muchos años. Pero, ahora,
aparece el deseo sexual.
Me dijiste: “Querido Kahlil, vamos a dejar el mañana para mañana”. Y en ese momento me sentí pequeño e ingenuo. A las cosas importantes las has venido tratando como si no fueran nada.
Yo te amo. Mi deseo es mayor que tu deseo hacia mí. Cada vez que te encuentro tu presencia llena todo el espacio que me rodea.
Yo te amo y sé que el contacto físico tiene su momento. Después, este momento desaparece.
No quiero que nada de lo que sea muy importante entre nosotros termine por desaparecer, porque no sabemos qué puede suceder después de eso.
Nuestra relación ya es suficientemente fuerte, pero no sé a dónde pueden
llevar los límites que se le imponen al amor.
A pesar de todo, me entrego en tus manos. Un hombre solamente puede entregarse en las manos de alguien cuando el amor es tan grande que el resultado de esta entrega es libertad total.
Yo te amo con todo lo que existe en mí. La punta de mis cabellos, el borde de mis uñas, todo está repleto de este amor que te tengo, Mary.
Carta de Kahlil Gibrán a Mary Haskell
20 de Junio de 1914
aparece el deseo sexual.
Me dijiste: “Querido Kahlil, vamos a dejar el mañana para mañana”. Y en ese momento me sentí pequeño e ingenuo. A las cosas importantes las has venido tratando como si no fueran nada.
Yo te amo. Mi deseo es mayor que tu deseo hacia mí. Cada vez que te encuentro tu presencia llena todo el espacio que me rodea.
Yo te amo y sé que el contacto físico tiene su momento. Después, este momento desaparece.
No quiero que nada de lo que sea muy importante entre nosotros termine por desaparecer, porque no sabemos qué puede suceder después de eso.
Nuestra relación ya es suficientemente fuerte, pero no sé a dónde pueden
llevar los límites que se le imponen al amor.
A pesar de todo, me entrego en tus manos. Un hombre solamente puede entregarse en las manos de alguien cuando el amor es tan grande que el resultado de esta entrega es libertad total.
Yo te amo con todo lo que existe en mí. La punta de mis cabellos, el borde de mis uñas, todo está repleto de este amor que te tengo, Mary.
Carta de Kahlil Gibrán a Mary Haskell
20 de Junio de 1914
Usted estará apesadumbrada, sorprendida, y desconcertada, al
oír la extraña enfermedad que tengo desde que usted se fuera. Mandé buscar al
doctor, y dije, "Deme alguna medicina porque me siento cansado". Él
dijo, "¡Estupideces sin sentido! Usted no necesita la medicina: ¡vaya a la
cama!"
Dije, "No; no es la clase de cansancio que pide la cama. Mi rostro trasunta cansancio." Él se veía con expresión grave, y dijo, "Oh, es su nariz la que está cansada: una persona habla a menudo demasiado cuando piensa que tiene todo claro." Dije, "No, no es la nariz. Quizás sea el pelo." Entonces él se vio algo serio, y dijo, "Ahora sí entiendo: usted estuvo peinando el pianoforte."
"No –dije-, de hecho no lo he hecho, y no es exactamente el pelo: más bien sobre la nariz y el mentón." Entonces él serio durante largo rato, y dijo, "¿Ha estado usted caminando mucho con la barbilla?. Dije, "No." "Bien!" dijo él, "esto me desconcierta mucho.
“¿Usted cree que el problema estará en los labios?" preguntó.
“Por supuesto” dije. "¿Qué es exactamente?"
Entonces él se vio muy serio, por cierto, y dijo, “Yo creo que ha estado dando demasiados besos...”
"Bueno" dije, "Le di un beso a un niña, una pequeña amiga mía."
"Piense otra vez, " dijo él, "¿está seguro de que haya sido solo uno?"
Pensé otra vez, y dije, “puede que hayan sido once veces”.
Entonces el doctor dijo: “Usted no debe darle ni uno más hasta que sus labios se hayan recuperado”.
“Pero ¿cómo hago?” le dije “ ¡le debo ciento ochenta y dos besos más!
Entonces se vio tan serio que las lágrimas corrían por sus mejillas, y me dijo “Mándeselos en una caja”.
Entonces recordé una pequeña caja que compré una vez en Dover, pensando que podría regalarla alguna vez a alguna niña u otra persona. Así que los empaqué bien cuidadosamente. Dígame si le llegan bien o si alguno se pierde en el camino.
Dije, "No; no es la clase de cansancio que pide la cama. Mi rostro trasunta cansancio." Él se veía con expresión grave, y dijo, "Oh, es su nariz la que está cansada: una persona habla a menudo demasiado cuando piensa que tiene todo claro." Dije, "No, no es la nariz. Quizás sea el pelo." Entonces él se vio algo serio, y dijo, "Ahora sí entiendo: usted estuvo peinando el pianoforte."
"No –dije-, de hecho no lo he hecho, y no es exactamente el pelo: más bien sobre la nariz y el mentón." Entonces él serio durante largo rato, y dijo, "¿Ha estado usted caminando mucho con la barbilla?. Dije, "No." "Bien!" dijo él, "esto me desconcierta mucho.
“¿Usted cree que el problema estará en los labios?" preguntó.
“Por supuesto” dije. "¿Qué es exactamente?"
Entonces él se vio muy serio, por cierto, y dijo, “Yo creo que ha estado dando demasiados besos...”
"Bueno" dije, "Le di un beso a un niña, una pequeña amiga mía."
"Piense otra vez, " dijo él, "¿está seguro de que haya sido solo uno?"
Pensé otra vez, y dije, “puede que hayan sido once veces”.
Entonces el doctor dijo: “Usted no debe darle ni uno más hasta que sus labios se hayan recuperado”.
“Pero ¿cómo hago?” le dije “ ¡le debo ciento ochenta y dos besos más!
Entonces se vio tan serio que las lágrimas corrían por sus mejillas, y me dijo “Mándeselos en una caja”.
Entonces recordé una pequeña caja que compré una vez en Dover, pensando que podría regalarla alguna vez a alguna niña u otra persona. Así que los empaqué bien cuidadosamente. Dígame si le llegan bien o si alguno se pierde en el camino.
Carta de Lewis Caroll a Gertrude Chataway
jueves, 4 de abril de 2013
toco
toco poros
amarras
calas toco
teclas de nervios
muelles
tejidos que me tocan
cicatrices
cenizas
trópicos vientres toco
solos solos
resacas
estertores
toco y mastoco
y nada
Prefiguras de ausencia
inconsistentes tropos
qué tú
qué qué
qué quenas
qué hondonadas
qué máscaras
qué soledades huecas
qué sí qué no
qué sino que me destempla el toque
qué reflejos
qué fondos
qué materiales brujos
qué llaves
qué ingredientes nocturnos
qué fallebas heladas que no abren
qué nada toco
en todo
Oliverio Girondo - Tropos
toco poros
amarras
calas toco
teclas de nervios
muelles
tejidos que me tocan
cicatrices
cenizas
trópicos vientres toco
solos solos
resacas
estertores
toco y mastoco
y nada
Prefiguras de ausencia
inconsistentes tropos
qué tú
qué qué
qué quenas
qué hondonadas
qué máscaras
qué soledades huecas
qué sí qué no
qué sino que me destempla el toque
qué reflejos
qué fondos
qué materiales brujos
qué llaves
qué ingredientes nocturnos
qué fallebas heladas que no abren
qué nada toco
en todo
Oliverio Girondo - Tropos
Se miran, se
presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se
acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen,
despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se
gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan,
fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se
estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan, se estremecen, se tantean, se
juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se
enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se
incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan,
reviven, resplandecen, e contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten,
se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se
buscan, se refriegan, se rehuyen, se evaden y se entregan.
Oliverio Girondo - Libro Espantapájaros
Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.
Octavio Paz - Bajo tu clara sombra
martes, 2 de abril de 2013
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